Viaje médico humanitario a Burkina Faso

Descripción del proyecto:

Primer viaje: puesta en marcha del nuevo Centro de Salud recién acabado. 

El Centro cuenta con tres consultas médicas, dos de enfermería, un pequeño quirófano donde se realiza cirugía oftálmica y odontología, una consulta de optometría, almacén, farmacia, servicios y despacho de organización y logística. 

En este primer viaje, el equipo sanitario estaba formado por dos enfermeras, un odontólogo, dos optometristas, un médico del país que es el coordinador de la ONG en Burkina y yo. Además, había tres personas encargadas de la recepción y de organizar la visita de los pacientes. 

En este viaje estrenamos el nuevo edificio del Centro de Salud, que los cooperantes apodamos “Lumière”. 

Pusimos en marcha las consultas y también organizamos la farmacia con la ayuda de un estudiante de farmacología del país, que era el encargado de la dispensación de los tratamientos prescritos en consulta y de explicarlos a los pacientes. 

Mi trabajo, durante los 10 días, consistió en la organización de las consultas, el almacén y la farmacia, junto con las enfermeras y una persona de logística. Como profesional médica, trabajaba cada día de 8 de la mañana a 7 de la tarde en atención médica en consulta. Me ayudaban dos estudiantes de los últimos cursos de medicina, quienes también actuaban de traductores si el paciente no podía expresarse ni comprender la información en francés. Hacíamos una pausa para comer, en la que comentábamos anécdotas y pormenores de la consulta, y por la noche se hacía una revisión del funcionamiento del día. 

Segundo viaje: lo realicé con Mònica, otra médica de familia, lo que nos permitió atender a más personas. 

A los usuarios se les entregaba un carnet de salud, en el que se anotaban el diagnóstico, la pequeña exploración realizada y el tratamiento, con el fin de poder hacer un seguimiento posterior. 

Valoración personal de la experiencia:

Muy enriquecedora, recibí mucho más de lo que di. 

Esta es mi pequeña reflexión después de uno de los viajes. 

He vuelto a Burkina Faso con Emsimisioon a hacer de médica, como el año pasado. Los primeros días siempre cuestan; tienes que aprender a dejar atrás tus prejuicios y las manías de europeo para poder entender mejor a las personas. 

Entender que, tal vez, sea necesario abandonar la inmediatez y aceptar que las cosas aquí van más despacio, pero, en muchos casos, son más eficientes. 

Cuesta decirle a un paciente que no puedes solucionar su problema, que no puedes operarlo o que su pierna quedará así. Explicar que las patologías crónicas son para toda la vida y que hay que cuidarse, aún cuando «n’a pas de l’argent» (no hay dinero). 

También cuesta cuando tú hablas un poco de francés, pero ellos solo hablan moore o jula, y necesitas un traductor para poder comunicarte. 

Pero nunca he sentido tanto agradecimiento. Hay personas a las que atendí el año pasado y que han vuelto, y una sonrisa, un «Merci» de ellos, vale más que todo el cansancio, las horas y el tiempo dedicado. 

Y después, cuando, agotada por el día, sales del Centro y ves uno de esos preciosos cielos africanos al atardecer, puedes decir que, por todo, hoy ha sido un gran día.