La pandemia por COVID-19 puso a las personas profesionales de la medicina en el centro de atención de la población mundial durante un largo periodo de tiempo. Año y medio después de iniciarse la pandemia, estas profesionales de la isla de La Palma (Canarias), junto al resto de habitantes, afrontaron otra emergencia: la erupción del volcán Tajogaite (también conocido como Cumbre Vieja). 85 días de incertidumbre que fueron precedidos por varios enjambres sísmicos. El mismo día del inicio de la erupción se registraron 327 terremotos. La erupción afectó a más de 2.300 personas de Los Llanos de Aridane (75,65%), El Paso (16,79%) y Todoque (7,56%), los cuales perdieron sus casas, trabajos y/o medios de vida y tuvieron que empezar de cero. El valor económico de los daños materiales ascendió a 842,33 millones de euros, con afectaciones en infraestructuras (73,8 km de carreteras), viviendas, edificios públicos, colegios, el cementerio de Las Manchas y el Centro de Salud de Todoque. Esta erupción es considerada la más larga registrada en la isla y la tercera más larga en el archipiélago de las Islas Canarias.
A raíz de este desastre natural, el Área de Salud de La Palma reforzó los recursos de atención a la salud mental para atender a las demandas de asistencia de la población afectada. Los diagnósticos más comunes fueron: reacción ansioso-depresiva, trastorno ansioso-depresivo y Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) con sintomatología principal de ansiedad, depresión, clínica postraumática, intrusión, evitación persistente de estímulos asociados a la erupción, hiperactivación, alteración del sueño y síntomas disociativos.
Las profesionales de la Medicina Familiar y Comunitaria también se vieron afectadas por la erupción, ya sea de manera directa – perdiendo su lugar de trabajo o sus casas –, o indirecta – a través de la atención a las personas afectadas – y sin tiempo de recuperación ni autocuidado durante una pandemia.
Así identificamos la necesidad de formar a profesionales de la Medicina Familiar y Comunitaria en La Palma en el acompañamiento a compañeras y compañeros de trabajo y pacientes ante emergencias desde un afrontamiento comunitario y entre profesionales (peer to peer) en la gestión emocional y prevención de patologías psicológicas o de detección temprana de las mismas para derivación a profesionales de la Psicología Clínica. Actualmente, consideramos que ha pasado el tiempo necesario de atención urgente a las personas afectadas y puede iniciarse esta fase de formación y acompañamiento más profunda que pretende dar un respiro a los y las profesionales, además de formarles para situaciones futuras y acompañarles en las situaciones presentes.
